domingo, 16 de enero de 2022

LA ULTIMA CARTA

HORA  DE ABORDAR

“Es mi última carta”, me dijo cuando nos despedimos en el aeropuerto y se fue dejándome con la garganta hecha nudo. Antes de perderse de vista para abordar, volteó a decirme adiós con la mano y desapareció. 


Era mi compañera de trabajo, que con sus 72 años tenía unos bríos, como si tuviera 30 , y así se lanzó a la aventura.  Cuando el jefe le pidió que se fuera a trabajar a Puerto Vallarta a ayudar a su esposa que estaba enferma, de inmediato le dijo que sí.


Creo que siempre ha sido impulsiva,  pero ue tan precipitada su decisión que otra compañera

le preguntó si su familia estaba de acuerdo.  Alicia  contestó riéndose que alguna ventaja debía tener el hecho de no tener marido, ni hijos y mantenerse ella sola, y era justo eso, que podía decidir sin consultar a nadie.


“Si de algo soy dueña y señora es de mi vida" remató y siguió de largo, sacudidor en mano afanada como siempre  en quitar hasta el menor rastro de polvo de los muebles y limpiar los canceles de vidrio hasta que no se veían de tan transparentes 


Igual de intensa era cuando algo no le parecía o alguien no le caía, se notaba al instante en su gesto y su modo.  Así como estaba ávida de aprender y preguntaba de todo, así mismo se aferraba a su manera de hacer las cosas.  Lo asombroso, era que aquella mujer que no terminó ni la primaria, porque tuvo que trabajar desde niña, sabía disfrutar la vida como poca gente y agradecía las cosas más pequeñas. 


El día anterior a su partida, se cortó y pintó el pelo, y se compró un par de blusas y unos guaraches y listo. “No necesito más, lo importante se lleva por dentro y el resto va y viene", me dijo esa inesperada compañera  a quien en poco tiempo le tomé cariño. 


Antes de despedimos en el aeropuerto, me platicó que alguna vez soñó con vivir junto al mar y "mira nada más” agregó toda sonriente, “para ya voy. Esto es vida, conocer gente y lugares nuevos, trabajar, ser útil, ¿qué más puedo pedir, mi niña?"  


Según ella, era su última carta, yo lo dudaba, pero lo que no cabía duda es que Alicia había sabido jugar con las cartas que le tocaron en la vida.  Si aquella era la última, “bien jugada", pensé mientras regresaba a casa y ella volaba hacia el mar…

EL SHOCK DE LA TERCERA EDAD

APRENDER A HACERSE VIEJO Cuando la gente empieza a hablarte de usted, te ofrece el asiento en una sala de espera o cargar tu bolsa del súper...