Viejos pero salerosos
Alejandro Jodorowski tiene un texto sobre “envejecer con gracia", que hace ver poéticamente, cómo apreciar los cambios de la edad.
Claro que los cambios tienen diferentes grados de dificultad. Las canas, por ejemplo,
Con las arrugas y la piel ajada toma tiempo empezar a reconocerte en ese rostro con pliegues y los ojos de párpados caídos que cuando miras en el espejo, casi te preguntas “y ése viejo ¿quién es?.
Poco a poco te despides del joven que eras y saludas a tu nuevo yo, empiezas a relajarte y dejas de untarte o tomar cosas que prometen la eterna juventud, no te peleas más con las arrugas, ni con las palabras que se te escapan..
Todo esto se puede llevar con gracia. Lo que no tiene gracia es que aparezca alguna enfermedad que venga a descuadrar el plan de ser un viejo saleroso. Para sobrellevar un padecimiento y no amargarse la vida hay que mantenerse lo más activo posible y conectado con la gente querida.
De esa manera, no tienes tiempo de quejarte por lo que te falta, ya sea salud, dinero o pareja, o por la que tienes, ni de lamentarte pensando "por qué a mí, porqué me gané la rifa del tigre, y no la lotería". En cambio, te enfocas en disfrutar, en reír con facilidad, hasta de ti mismo, y reír con tus nietos, si tienes la suerte de tener cerca a estos pequeños maestros en gozar, aquí y ahora.
Piensas en la muerte solo para conectarte con la vida, el tiempo se vuelve lo más valioso que tienes, y dedicas todo lo que puedes a estar con la familia, los amigos, con quien realmente quieres estar, a viajar a donde sea, buscar aventuras y conocer cosas nuevas…
Para envejecer con gracia, hay que conciliarse con la impermanencia de la vida, y en palabras de Jodorowsky, reinventarse, cultivar la ironía, elegir con cuidado a las personas y envejecer como el vino perfumado…