viernes, 11 de diciembre de 2020

SOLTAR LASTRE

LA PESADILLA DE LA MUDANZA

Un cambio de casa es un cambio de vida, mudarse a otra ciudad, ni se diga,  y hacerlo después de los 60, es una hazaña.  Cuando tienes tantos años vividos, llenos de recuerdos, tu casa está llena de cosas, –he ahí donde empieza el problema.  

Hace 4 años llegué con dos de mis hijos, a un departamento, después de vender la casa que habitamos 24 años.  Yo juré que esa era la última mudanza que haría, pero parece que no me acordé a tiempo: mis hijos se independizaron y ya estoy nuevamente empacando mi vida en cajas.

Mudarse en renovarse, pero eso cuesta, porque hay que soltar lastre, o sea, tirar un montón de cosas.  Aunque se dice fácil, cuando te encuentras los apuntes del post grado que tomaste hace décadas, piensas ¿y si necesito consultar algo? cuando desde que los guardaste, ¡no los habías vuelto a ver!  Ah, pero ¿el diploma enmarcado del curso de marketing digital? ¡Pues digitalízalo!  

Y ya ni hablemos de la ropa, porque tu closet revienta y siempre te pones lo mismo. "No, ahora sí voy a usar este abrigo, si lo compré en El Corte Inglés", te dices sacudiéndole el polvo al gancho para colgarlo de regreso.

Así va el diálogo en tu cabeza, mientras empiezas a acumular cosas sobre el suelo, y tienes que brincarlas para ir por otra caja, cuando  te acuerdas que tienes que hablarle a tu hija y... ¿dónde dejé el celular?  Empiezas a buscarlo –por enésima vez–, entonces te da calor, te duele la espalda y de pronto sientes el cansancio... te quedas parada en medio del caos y te dan ganas de llorar.

Te deprimes porque ya no te queda energía para enojarte, así que te arrepientes y te entra la culpa por andar emprendiendo hazañas, en lugar de estarte quieta como una abuelita tejiendo o haciendo rompecabezas.  Luego viene el shock que te paraliza, hasta que siempre sí te enojas, quieres quemarlo todo, pero no sabes por dónde empezar... y finalmente, te derrotas, aceptas que así son las mudanzas y decides darte un descanso. 

"Pero eso sí", te dices con férrea determinación, "juro que ésta sí, es la última vez que me mudo".

  

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