DESPUES DE CINCO MESES
Tras cinco meses de encierro, es hora de ir recuperando espacios de convivencia, empezando por los más cercanos, y también, es hora de reanudar gradualmente nuestras actividades, sin dejar las conocidas precauciones.
Una reunión con mis hijos y nietos fue una probadita de los "viejos tiempos”, que ni son viejos, pero el año pasado parece tan lejano como otra vida...
Que el corona virus llegó para quedarse, de eso no hay duda, que a todos nos va a dar covid, es probable, y que mientras más tarde en darnos, mejor, de acuerdo. La cuestión es ¿vamos a seguir encerrados, aislados y temerosos? ¡Llevamos 150 días!
Hay que empezar a convivir con la gente más cercana y poco a poco ir ampliando el círculo. Habrá situaciones de riesgo que debamos evitar y los grupos más vulnerables, como los mayores de 60, tendremos que ser más cuidadosos.
También habrá que adoptar permanentemente los nuevos hábitos de higiene; pero a lo que nunca hay que acostumbrarse es a no dar abrazos, ni besos, a no tomarse de la mano, o darle apapacho al amigo que lo necesita.
Hacía seis meses que no veía a dos de mis hijos y por supuesto les di medios abrazos -así como de ladito- y palmaditas en la espalda.
A pesar de todo, este año no ha sido en balde porque la pandemia así como nos quitó muchas cosas, nos trajo otras que han sido importantes lecciones. Al pararnos en seco nos hizo voltear la mirada hacia nosotros mismos.
Aprendimos a valorar lo que tenemos, y darnos cuenta que necesitamos poco para vivir; a enfocarnos en el presente, disfrutando el día, el momento, porque no podemos hacer planes ante un futuro que si de por sí, es incierto, se ha hecho más aún.
En sentido contrario, el largo encierro ha puesto a prueba las relaciones entre personas que viven juntas, provocando mayores conflictos que muchos no superaron, y en otros casos, agravó la violencia doméstica, poniendo en situación de indefensión a víctimas de abuso.
Por si fuera poco, el coronavirus vino a recordar al mundo nuestra vulnerabilidad individual y como humanidad, que no solo somos mortales, sino además somos seres tan frágiles que un mínimo contacto puede costarnos la vida, y por si teníamos duda, puso en evidencia que somos seres interdependientes, irremediablemente conectados, de manera que el destino de uno puede ser el destino de todos.
La pandemia está demostramdo que a pesar de los avances de la ciencia y la tecnología, estamos tan desprotegidos como en los tiempos de la peste y en cambio nuestra capacidad para auto destruirnos ha aumentado debido al deterioro ambiental y otros daños que hemos provocado al planeta que es nuestra casa.
El coronavirus se ha convertido así, en el protagonista del año, ha hecho girar nuestras vidas y al planeta entero, en torno a él y está dejando un parte aguas en la historia moderna de la humanidad. Ojalá hayamos aprendido algo...