domingo, 22 de marzo de 2020

MILLENNIALS AL RESCATE


SE INVIERTEN LOS PAPELES


Sí  tienes más de 60 años, se supone que eres blanco favorito del corona virus y más vale que te quedes encerrado en tu casa sin chistar, o tus hijos te leerán la cartilla.

Mis cuatro hijos son millennials, esa generación de jóvenes que ahora tienen entre 25 y 39 años, la mayoría siguen solteros, prefieren rentar casa en vez de comprar, viajan lo más que pueden y están súper informados.  Pues ahora, estos chavos se han dado a la tarea de vigilar que sus padres y madres extremen precauciones para protegerse del corona virus.

Como cuando yo les ponía el suéter o los hacía que se lavaran los dientes, ahora mi hija me pone el tapabocas, vigila que me  lave las manos y desinfecta todo a mi alrededor. Me siento muy cuidada y se lo agradezco.

En este caso, más vale pasarse de cuidadoso que quedarse corto porque no se trata de morirse, pero tampoco se puede andar con el Jesús en la boca ―como decía mi abuela.
Y es que la llamada tercera edad, en realidad, ahora empieza hasta los 70 años, porque los sesentones de este siglo, seguimos activos y productivos, lo cual nos da energía y un sistema inmunológico que ya quisieran algunos jóvenes.

Lo que sí es un hecho es que esta experiencia será un parteaguas universal: por primera en la historia estamos viviendo una amenaza mundial, de la que no escapa ningún país, que ataca igual a pobres que a ricos, una crisis que nos ha parado en seco y que nos obliga a preguntarnos ¿para qué?
Sus graves efectos  hacen evidente la vulnerabilidad no solo de nuestra salud, también del actual sistema socio económico predominante en el mundo.


A mí, aquí cómodamente guardada en mi casa, de entrada me pone a pensar qué pasará con la gente que vive al día, que si no trabaja, no gana, si no gana, no come.  Y qué con la gente que tiene cáncer y toma un tratamiento que implica ir a diario a un hospital, ya son de alto riesgo y resultan ser los más expuestos.  Algo no está bien.


Si estamos en cuarentena, preocupados por qué hacer con el tiempo libre, somos privilegiados.  Al menos darnos cuenta de eso, es un  principio...

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