domingo, 17 de febrero de 2019

RECORRIDO POR LA LOIRE


CON UN GUÍA INESPERADO...

Francia, abril 2018


Si alguien me hubiera dicho que viajaría en auto por el valle de La Loire, al lado de un desconocido de 85 años que maneja a gran velocidad, con quien me entiendo casi a señas, no lo hubiera creído.   Y sin embargo ahí estaba, con Germain, que no habla otro idioma más que el francés, mientras yo tardo media hora en armar una frase en la lengua de mis antepasados y cuando por fin la digo, sin ningún dominio de la fonética, no me entiende una palabra...

Es el papá de una amiga de Niza, que me hospedó amablemente en su casa y se convirtió en compañero de una aventura insólita.  Gracias a él he tenido la oportunidad de conocer desde dentro el fondo y la forma de vida de la gente en la campagne del centro de Francia y visitar los maravillosos castillos de la región.
Germain, viudo desde hace tres años, se prepara solo sus comidas, evita utilizar el micro ondas, tiene una tablet que ya no recuerda ni cómo se prende y hasta ahora, está estrenando la cámara de su celular que le enseñé a usar. Es un hombre sencillo, que  en cada rincón de su casa  conserva  un recuerdo de la esposa difunta: flores ya descoloridas, muñecas vestidas con encajes, una vitrina con adornos empolvados y un viejo reloj que suena cada media hora.



Chenonceau


En nuestras excursiones por lo castillos de La Loira, recorriendo carreteras que serpentean entre campos verdes, de pronto nos encontramos perdidos en la dirección contraria a nuestro destino,  gracias a un GPS de la era cavernícola.

Cuando nos paró un policía por exceso de velocidad,  tuve la impresión de que aquello bien podía ser un sueño, que me iba a despertar en mi cama, en el departamento  donde vivo en la ciudad de México.  Muchas cosas tienen  que  suceder antes,  infinidad de hilos que se cruzan, para que lleguemos a vivir  ciertos momentos y experiencias extraordinarios. 

El día de mi partida, dejé a mi amigo Germain parado en el andén de la estación en Tours, cuando el tren arrancaba y él, despistado como anda por la vida, volteaba hacia otra parte, por lo que ya no me vio decirle adiós con la mano…  

Au revoir, mon cher Germain...



EL SHOCK DE LA TERCERA EDAD

APRENDER A HACERSE VIEJO Cuando la gente empieza a hablarte de usted, te ofrece el asiento en una sala de espera o cargar tu bolsa del súper...