domingo, 9 de diciembre de 2018

VIAJAR... AHORA O NUNCA

SOLA Y SIN ITINERARIO

"Me voy a Francia", les anuncié a mis hijos y de inmediato cuatro pares de ojos me miraron sorprendidos. ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Con quién?...   "Sola, por tres meses"...  ¿SOLAAAAA?  No se me olvida su expresión de es broma, o de mi mamá se volvió loca...


Debo decir que yo misma estaba sorprendida por mi determinación de hacer el viaje que soñaba desde hacía mucho y que me parecía irrealizable,  hasta que me di cuenta de que era cuestión de decidirme a llevarlo a cabo y que si no lo hacía YA, entonces sí sería irrealizable, porque no estaba volviéndome más joven.

LOS PREPARATIVOS

Lo primero, fue elegir el destino.  Quería ir a la Costa Azul, pero faltaba escoger la ciudad, así que exploré en internet muchas posibilidades y en un mes ya  tenía boleto de avión a París y de ahí a Niza, donde iba a rentar una recámara con baño en un céntrico departamento habitado por su propietaria.  

Mis planes incluían estudiar francés que no hablaba nada y conocer todos los lugares que pudiera, empezando por la Riviera Francesa,  e incluyendo Barcelonnette, la tierra de mis antepasados que me llamaba desde hacía tiempo.   Compré un Eurail pass para  moverme en tren y acordé con mi arrendadora que ella me daría clases de francés, a cambio de clases de inglés que yo domino perfectamente.


Mis hijos me veían segura y entusiasmada y estaban contentos por mí, pero también preocupados.  Conforme se acercaba mi partida, empezaron a hacerme una serie de recomendaciones,  igualito que yo cuando  ellos viajaron de jóvenes.

-  Mamá cuida tu pasaporte
-  No lleves mucho efectivo
-  Abusada con tu teléfono
-  Usa google maps, etc.

Me daba ternura y  me reía (sin imaginar que después iba a llorar porque me robaron el celular  a una semana de mi llegada).
- ¿Cómo que todos los lugares que puedas conocer?, me decían... ¡Tienes que hacer un itinerario!  (Nunca lo hice y no lo necesité).


¿Por qué sola?, me preguntaban ellos y mucha gente a quien el plan le parecía temerario. A mí misma me daba miedo que en caso de cualquier contratiempo, no tendría ni a quien voltear para que me aconsejara o apoyara, y yo de por si indecisa y con tendencia a pedir opiniones, no me iba a ser nada fácil, pero precisamente ese reto era parte de  la aventura.   



Ser un viajero anónimo entre desconocidos, te da  la oportunidad o te obliga a reinventarte y descubrir aspectos y recursos nuevos que en tu zona de confort de la vida cotidiana no se manifiestan. 


En un viaje, te enfrentas a lo desconocido e incierto, ningún día es igual al anterior, empiezas a vivir más en el presente y a poner más atención a todo.  Un atardecer, una sonrisa, platicar con un extraño, o simplemente caminar, se vuelven experiencias intensas y gozosas.  Y además, mientras más canas, mayor capacidad de apreciar esos instantes...



Así fue mi experiencia a lo largo de 90 días de andanzas, las cuales serán tema de los siguientes relatos.  Ya iba a llegar la hora de hacer las maletas...




EL SHOCK DE LA TERCERA EDAD

APRENDER A HACERSE VIEJO Cuando la gente empieza a hablarte de usted, te ofrece el asiento en una sala de espera o cargar tu bolsa del súper...