miércoles, 14 de noviembre de 2018

CUANDO LOS HIJOS YA VOLARON...



GANANCIAS DE LA TERCERA EDAD


Llegar a los 60 años tiene sus ventajas. No todo es perder, hay ganancias y no insignificantes.


En primer lugar, estés solo o en pareja,  por fin, eres libre y dueño de tu vida, como no lo habías sido  antes, ni de joven siquiera... así es, ni en la juventud...  


Me dirán por qué hasta los 60 y no desde los 50, por ejemplo.   Pues porque  antes los hijos todavía dependían en mayor o menor grado de nosotros,  y entonces no había dinero  suficiente o no había mucho tiempo para uno mismo, etc... 


En cambio, a estas alturas sesenteras,  a menos que los hayas tenido a los 40 años o más, los chavos ya se rascan con sus propias uñas, ya son adultos responsables que cuidan de si mismos...  qué bonito suena eso último, too good to be true,  pero en fin así es en teoría, digamos.

Esto partiendo de que los tuvimos antes de los 40, pero… hay casos, sí señor, justamente de señores, que se entusiasmaron tanto supongo que con la paternidad, que en una segunda tanda, tuvieron otro u otros hijitos, ya pasadito  el medio siglo de edad.   Según me lo contaron a mí, así sucede en otros países del mundo.

Y volviendo a la sensación de libertad, ir y venir y respirar a tus anchas, de joven te limita todavía la dependencia económica, los caprichos, el quedar bien con los cuates,  andas muy disperso y se te pasan por alto cosas  que, en cambio ahora aprecias y disfrutas  más.


Ahora es tiempo de despreocuparse del "qué dirán", de descubrir nuevos aspectos  de uno mismo que quizá no habían surgido antes.  
Es tiempo de confiar en tus canas, aunque las traigas pintadas, ahí están, como insignia de las muchas experiencias vividas, de las batallas peleadas y la sabiduría que nos dejaron.  

Si además, consideramos que la edad es mental, que la energía y la salud dependen mucho del ánimo y la actitud, entonces, en varios sentidos,  los años vividos traen una gran riqueza.

Sin embargo…, en otros sentidos, el paso del tiempo SÍ nos pega,  hay que reconocerlo y aceptarlo, no sufrirlo, ni negarlo.


Aunque sigamos haciendo ejercicio o deporte, yendo y viniendo, ideando proyectos y  viajando,  el cuerpo empieza a reaccionar diferente, aunque por dentro nos sintamos igual que 10 años atrás.  
Es  decir, hay bemoles que tenemos que aceptar, por ejemplo:

  • Seguimos muy activos, pero nos empezamos a volver lentos
  • Somos más sabios, pero también más olvidadizos (por no decir peligrosamente desmemoriados.
  • Tenemos una mirada más profunda, pero ya no vemos sin lentes, 

y de pronto, parece que las escaleras son más largas, en la calle todos manejan más rápido y ya no hay foto que te favorezca, una selfie, ja! ni pensarlo.

Un buen día me levanté, me miré en el espejo y por un instante, creí que estaba menos arrugada, pero no, estaba más ciega porque en cuanto me puse los anteojos, ahí estaban las arrugas...  No supe si reír o llorar, y acabé riendo a carcajadas…  C’est la vie!


EL SHOCK DE LA TERCERA EDAD

APRENDER A HACERSE VIEJO Cuando la gente empieza a hablarte de usted, te ofrece el asiento en una sala de espera o cargar tu bolsa del súper...