GANANCIAS DE LA TERCERA EDAD
Llegar a los 60 años tiene sus ventajas. No todo es perder, hay ganancias y no insignificantes.
En primer lugar, estés solo o en pareja, por fin, eres libre y dueño de tu vida, como no lo habías sido antes, ni de joven siquiera... así es, ni en la juventud...
Me dirán por qué hasta los 60 y no desde los 50, por ejemplo. Pues porque
antes los hijos todavía dependían en mayor o menor grado de nosotros,
y entonces no había dinero suficiente o no había mucho tiempo para uno mismo, etc...
En cambio, a estas alturas sesenteras, a menos que los hayas tenido a los 40 años o
más, los chavos ya se rascan con sus propias uñas, ya son adultos responsables
que cuidan de si mismos... qué bonito
suena eso último, too good to be true, pero en fin así es en teoría,
digamos.
Esto partiendo de que los tuvimos antes de los 40,
pero… hay casos, sí señor, justamente de señores, que se entusiasmaron tanto
supongo que con la paternidad, que en una segunda tanda, tuvieron otro u otros
hijitos, ya pasadito el medio siglo de
edad. Según me lo contaron a mí, así sucede en otros países del mundo.
Y volviendo a la sensación de libertad, ir y venir y respirar a tus anchas, de joven te limita
todavía la dependencia económica, los caprichos, el quedar bien con los
cuates, andas muy disperso y se te pasan por
alto cosas que, en cambio ahora
aprecias y disfrutas más.
Ahora es tiempo de despreocuparse del "qué dirán", de descubrir
nuevos aspectos de uno mismo que quizá no habían surgido antes.
Es tiempo de confiar en tus canas, aunque las traigas pintadas, ahí están, como insignia de las muchas experiencias vividas, de las batallas peleadas y la sabiduría que nos dejaron.
Es tiempo de confiar en tus canas, aunque las traigas pintadas, ahí están, como insignia de las muchas experiencias vividas, de las batallas peleadas y la sabiduría que nos dejaron.
Si además, consideramos que la edad es mental, que la energía y la
salud dependen mucho del ánimo y la actitud, entonces, en varios sentidos, los años vividos traen una gran riqueza.
Sin embargo…, en otros
sentidos, el paso del tiempo SÍ nos pega, hay que reconocerlo y aceptarlo, no sufrirlo, ni negarlo.

Aunque sigamos haciendo ejercicio o deporte,
yendo y viniendo, ideando proyectos y
viajando, el cuerpo empieza a reaccionar diferente, aunque por dentro nos sintamos
igual que 10 años atrás.
Es decir, hay bemoles que tenemos que aceptar, por ejemplo:
Es decir, hay bemoles que tenemos que aceptar, por ejemplo:
- Seguimos muy activos, pero nos empezamos a volver lentos
- Somos más sabios, pero también más olvidadizos (por no decir peligrosamente desmemoriados.
- Tenemos una mirada más profunda, pero ya no vemos sin lentes,
y de pronto, parece que las escaleras son más largas, en la calle todos manejan más rápido y ya no hay foto que te favorezca, una selfie, ja! ni pensarlo.
Un buen día me levanté, me miré en el
espejo y por un instante, creí que estaba menos arrugada, pero no, estaba más
ciega porque en cuanto me puse los anteojos, ahí estaban las arrugas... No supe si reír o llorar, y acabé riendo a carcajadas… C’est
la vie!