PONER EN PAUSA LA RUTINA Y ESCAPAR DE LA CIUDAD
TEQUES
Hay lugares que albergan tantas historias y recuerdos entrañables, a donde uno siempre regresa... Así es Teques, una casa en la orilla del lago de Tequesquitendo, y un lugar en el corazón.
Siete décadas hace que mi abuelo compró la casa y cinco generaciones la hemos disfrutado. Yo aprendí a nadar aquí, después mis hijos y ahora les toca a mis nietos.
A pesar de alguna remodelación que se le ha hecho, la fachada conserva su aspecto original como una de las construcciones más viejas del lago.
Estar en Teques es como estar en casa, pero en un ambiente de ensueño y de paz, difícil de describir.

Ver el espejo del lago donde se reflejan el azul del cielo y los naranjas del atardecer, donde el sol traza su senda de luz cada mañana y en las noches, ilumina a la luna para que dibuje su río de plata, cuando no hay nubes traídas por el viento que despeina a las palmeras y anuncia la tormenta.., paisajes exteriores e interiores llenos de añoranza.
Cuando veo a mi nieto chapotear en la alberca en brazos de mi hija, como ella misma lo hizo de bebé sostenida por mí en el agua... Y yo, con el asombro de atisbar por un instante el misterio del tiempo y de la vida reciclándose infinitamente, que me estremece, doy gracias por éste y cada momento...
A lo largo de la vida, he vivido
en muchas casas diferentes, pero tarde o temprano, vuelvo aquí, y cuando veo hacia adelante,
tratando de vislumbrar el panorama futuro, deseo que Teques siga aquí y poder regresar a casa.
Hay que tener un Teques en la vida, ese lugar lleno de recuerdos a donde escapar, donde no existe la rutina. se vive a un ritmo distinto, instantes en los que el tiempo parece detenerse.
No importa dónde, puede ser un pueblo cercano, un paraje en el campo, en la playa, la montaña o un bosque, la ubicación que importa es la del corazón, de la memoria, donde ese lugar tiene un significado único.