domingo, 25 de noviembre de 2018

CAMBIAR DE AIRES



PONER EN PAUSA LA RUTINA Y ESCAPAR DE LA CIUDAD 

TEQUES

Hay lugares que albergan tantas historias y recuerdos entrañables, a donde uno siempre regresa...  Así es Teques, una casa en la orilla del lago de Tequesquitendo, y un lugar en el corazón.

Siete décadas hace que mi abuelo compró la casa y cinco generaciones la hemos disfrutado. Yo aprendí a nadar aquí, después mis hijos y ahora les toca a mis nietos.
A pesar de alguna remodelación que se le ha hecho, la fachada conserva su aspecto original como una de las construcciones más viejas del lago.  

Estar en Teques es como estar en casa, pero en un ambiente de ensueño y de paz, difícil de describir. 

Ver el espejo del lago donde se reflejan el azul del cielo y los naranjas del atardecer, donde el sol traza su senda de luz cada mañana y en las noches, ilumina a la luna para que dibuje su río de plata, cuando no hay nubes traídas por el viento que despeina a las palmeras y anuncia la tormenta.., paisajes exteriores e interiores llenos de añoranza.

Cuando veo a mi nieto chapotear en la alberca en brazos de mi hija, como ella misma lo hizo de bebé sostenida por mí en el agua... Y yo, con el asombro  de atisbar por un instante el misterio del tiempo y de la vida reciclándose infinitamente, que me estremece, doy gracias por éste y cada momento...

A lo largo de la vida, he vivido en muchas casas diferentes, pero tarde o temprano, vuelvo aquí, y cuando veo hacia adelante, tratando de vislumbrar el panorama futuro, deseo que Teques siga aquí y poder regresar a casa.



Hay que tener un Teques en la vida, ese lugar lleno de recuerdos a donde escapar, donde no existe la rutina. se vive a un ritmo distinto, instantes en los que el tiempo parece detenerse.

No importa dónde, puede ser un pueblo cercano, un paraje en el campo, en la playa,  la montaña o un bosque, la ubicación que importa es la del corazón, de la memoria, donde ese lugar tiene un significado único.

jueves, 22 de noviembre de 2018

EL SEGUNDO AIRE A LOS 60

Todo por servir se acaba.., menos el espíritu


Resulta que mucha gente que ya peinamos canas, que obtenemos descuentos como adultos mayores y que empezamos a padecer algún achaque, tenemos más vitalidad que muchos jóvenes que están en sus 30''s o 40's.

¿Qué más prueba de que la edad es un estado mental y por tanto, es una cuestión de actitud ante la vida?  

Todos conocemos a alguien que ha empezado a anquilosarse tempranamente, a dejarse atrapar por la rutina diaria, que llega a su casa  cansado, sin ganas más que a meterse en la cama, o  echarse en un sillón a ver la televisión o conectarse a internet.

Son personas que desde los 30 o 40 años viven  como viejitos:  
  • Rara vez quieren salir, o hacer cosas nuevas, 
  • Siempre van a los mismos lugares y con la misma gente.    
  • No tienen interés en aprender nada, 
  • Tienen hábitos muy arraigados y difícilmente acceden a cambiar su rutina.
  • Son rígidos de pensamiento, palabra y obra, y hasta de omisión porque dejan de hacer muchas cosas por su rigidez.




En cambio, hay personas que después de los 50 y 60 años, agarramos nuestro segundo aire y además de seguir siendo productivos, empezamos a exprimir cada instante de vida.  Sea por que adquirimos conciencia del tiempo, de que el viaje se va a acabar, sea porque vemos a nuestros propios padres envejecidos, o sea por lo que cada quien guste y mande, pero todo nos entusiasma.


Lo primero que hacemos es cuidar más nuestra salud, por aquello de los achaques, que cuando  no es el colesterol o la presión altos, es la tiroides o las defensas bajas y hay que atender esos estragos del cuerpo, que ya es un modelo con muchos años de uso. 



Además,, los jóvenes de 60 para arriba, nos aseguramos de tener nuestra "bucket list" y empezamos a realizar aquello que hemos pospuesto o incluso que ya habíamos desistido u olvidado pensando que nunca lo haríamos.  Y no tienes que estar desahuciado o muriendo para hacerla.


¿Tú ya tienes tu lista de deseos?  Si no la has hecho, hazla ya, nunca es tarde para perseguir nuestros sueños.  Y puede ser desde algo tan sencillo como cantar en un bar de karaoke, como un viaje, o aprender a hablar francés o a bailar tango.




A propósito de lo que nos hemos perdido en la vida y que al final podemos lamentar no haberlo hecho,  les dejo aquí un enlace para recordar el poema Instantes, que por cierto, no es de Jorge Luis Borges,

https://www.youtube.com/watch?v=s-d8sYcvhC8



domingo, 18 de noviembre de 2018

FALTAN LOS HIJOS Y SOBRA ESPACIO

MUDARSE DE CASA, MUDARSE DE VIDA



Mucha gente al llegar a la llamada tercera edad, decide vender la casa  donde creció la familia que ahora le queda grande, para cambiarse a un lugar de menor tamaño, quizá de una sola planta, por aquello de las amenazantes escaleras que cada día parecen más largas.

El hecho es que cambiarse de casa, después de habitarla durante  20 años o más, se dice fácil, pero es una verdadera hazaña física y emocional que implica un ejercicio de desprendimiento por parte de toda la familia para dejar atrás un importante ciclo vital.

Hay que soltar amarras, perder peso, y viajar ligero, y sobretodo, mantener la cordura


El proceso empieza con vaciar cajones para revisar qué llevar, qué desechar,  y encontrarse con objetos olvidados que tenían siglos guardados, cada uno con una historia que contar. Fotos de viajes, de festejos, de reuniones,  un calcetín sin par, una estampita de un bautizo, cuadernos, alguna carta.., revoltijo de cosas y de emociones, de momentos y experiencias. 


Se pregunta uno si las paredes hablaran, ¿qué dirían?   Hablarían tanto de las risas, como de las lágrimas, de los gritos y sombrerazos,  los besos y abrazos que presenciaron, de los anhelos y miradas perdidas a través de las ventanas,  los sueños realizados y otros que se quedan atrás, junto con la casa...  pero no hay mucho  tiempo para escuchar a las paredes, ni para  los suspiros y ensoñaciones… ¡La realidad te persigue!

Te sientes como haciendo malabares en un circo, con tantas pelotas en el aire como para volverse loca:  vendiendo unos muebles y comprando otros, empacando muchas cosas y desechando más, entregando documentos en una notaría para la venta de la casa y en otra, para la compra de la nueva, un día un trámite en la delegación y otro en la Tesorería y al mismo tiempo,  juntas de trabajo y citas con clientes.

El estrés puede volverte loco.  Muchas veces, yo me quedaba  en pausa parada en la mitad de un cuarto, viendo fijamente una caja  con la mente en blanco o repitiendo un estribillo sin sentido, por ejemplo, ["Dime  cuando tú, dime cuando tú vas a volveeer..."] ajá, con la voz de Juan Gabriel resonando en mi cabeza y sin atinar a pensar o actuar.  De milagro no enloquecí, pero eso sí bajé unos kilos y me salieron canas nuevas.  

Al final  después de la mudanza,  recorres la casa vacía, que te cobijó por casi una vida, donde crecieron tus hijos y disfrutaste de momentos inolvidables; te despides de ella y cierras la puerta por última vez, cerrando al mismo tiempo un ciclo vital durante el cual cumpliste todas las tareas de la paternidad y la maternidad: formar a tus hijos, cuidarlos y acompañar su crecimiento, poniendo su bienestar antes que el tuyo, hasta verlos convertidos en adultos independientes a cargo de si mismos y quizá ya haciendo su propia familia.  

Y estamos listos para emprender otra etapa donde nos toca adueñarnos de nuestra propia vida, darle un nuevo valor a estos años, seguir activos, aportando al entorno familiar y social, ser creativos y entusiasmarnos con nuevos proyectos.

Ante nosotros se abre la posibilidad de transformar la llamada tercera edad, en la edad dorada después de los 60 años, lo cual es tema para otro día.






miércoles, 14 de noviembre de 2018

CUANDO LOS HIJOS YA VOLARON...



GANANCIAS DE LA TERCERA EDAD


Llegar a los 60 años tiene sus ventajas. No todo es perder, hay ganancias y no insignificantes.


En primer lugar, estés solo o en pareja,  por fin, eres libre y dueño de tu vida, como no lo habías sido  antes, ni de joven siquiera... así es, ni en la juventud...  


Me dirán por qué hasta los 60 y no desde los 50, por ejemplo.   Pues porque  antes los hijos todavía dependían en mayor o menor grado de nosotros,  y entonces no había dinero  suficiente o no había mucho tiempo para uno mismo, etc... 


En cambio, a estas alturas sesenteras,  a menos que los hayas tenido a los 40 años o más, los chavos ya se rascan con sus propias uñas, ya son adultos responsables que cuidan de si mismos...  qué bonito suena eso último, too good to be true,  pero en fin así es en teoría, digamos.

Esto partiendo de que los tuvimos antes de los 40, pero… hay casos, sí señor, justamente de señores, que se entusiasmaron tanto supongo que con la paternidad, que en una segunda tanda, tuvieron otro u otros hijitos, ya pasadito  el medio siglo de edad.   Según me lo contaron a mí, así sucede en otros países del mundo.

Y volviendo a la sensación de libertad, ir y venir y respirar a tus anchas, de joven te limita todavía la dependencia económica, los caprichos, el quedar bien con los cuates,  andas muy disperso y se te pasan por alto cosas  que, en cambio ahora aprecias y disfrutas  más.


Ahora es tiempo de despreocuparse del "qué dirán", de descubrir nuevos aspectos  de uno mismo que quizá no habían surgido antes.  
Es tiempo de confiar en tus canas, aunque las traigas pintadas, ahí están, como insignia de las muchas experiencias vividas, de las batallas peleadas y la sabiduría que nos dejaron.  

Si además, consideramos que la edad es mental, que la energía y la salud dependen mucho del ánimo y la actitud, entonces, en varios sentidos,  los años vividos traen una gran riqueza.

Sin embargo…, en otros sentidos, el paso del tiempo SÍ nos pega,  hay que reconocerlo y aceptarlo, no sufrirlo, ni negarlo.


Aunque sigamos haciendo ejercicio o deporte, yendo y viniendo, ideando proyectos y  viajando,  el cuerpo empieza a reaccionar diferente, aunque por dentro nos sintamos igual que 10 años atrás.  
Es  decir, hay bemoles que tenemos que aceptar, por ejemplo:

  • Seguimos muy activos, pero nos empezamos a volver lentos
  • Somos más sabios, pero también más olvidadizos (por no decir peligrosamente desmemoriados.
  • Tenemos una mirada más profunda, pero ya no vemos sin lentes, 

y de pronto, parece que las escaleras son más largas, en la calle todos manejan más rápido y ya no hay foto que te favorezca, una selfie, ja! ni pensarlo.

Un buen día me levanté, me miré en el espejo y por un instante, creí que estaba menos arrugada, pero no, estaba más ciega porque en cuanto me puse los anteojos, ahí estaban las arrugas...  No supe si reír o llorar, y acabé riendo a carcajadas…  C’est la vie!


domingo, 11 de noviembre de 2018

UNA PRIMAVERA EN PLENO OTOÑO



"LA ABUELIDAD"


Por un lado, los padres envejecen y por otro, llegan los nietos…  

Convertirse en abuela o abuelo  es uno de los privilegios que generalmente se da  en la tercera etapa de la vida.

La “abuelitud” como dicen algunos,  o “abuelidad” como la nombró una reconocida investigadora que se ha dedicado a estudiar esta etapa, llega a recordarnos que la vida se recicla constantemente, que todo es impermanente,  hoy estamos, mañana quién sabe. 

Ser abuelo o abuela es como una primavera que irrumpe con su frescura,  con el renacer de anhelos, brotes de alegría, de ternura, y sobretodo, el asombro que nos deja sin palabras, como testigos mudos del misterio que representa un nuevo ser, con su exquisita e inevitable carga de futuro desconocido...


Contemplo cautivada, la carita dormida de mis nietos,  sus manos, los dedos perfectos, la nariz y la barbilla, que según dicen, son rasgos de su papá.  Veo el indiscutible parecido con mi yerno y sonrío al reconocer el colorido inconfundible de mi hija en el pelo rubio y los ojos claros de Nicolás.





He aquí, así de simple y de complejo, el resultado de una combinación única de genes, que a partir de posibilidades infinitas, se conjuntan en cada bebé, haciéndolo especial, con una esencia y una personalidad propias e irrepetibles.

Sebastián, el chiquito, es un bebé observador..., todo lo ve con una expresión seria y una mirada profunda, como si un alma vieja se asomara por sus ojos, como si supiera algo que nosotros ignoramos. Y cuando sonríe, mi nieto es un sol que irradia dulzura..


Sebastián de mis amores, ¿qué dirías si hablaras? 
  • A Nicolás tu hermano que te estruja y te babea la cara cada vez que te besuquea, y luego quiere jugar a que tú eres la piñata. 
  • A tu mamá que llega agotada del trabajo y en cuanto te ve, se le olvida el cansancio, te toma en brazos y te hace reír a carcajadas... 
  • Qué dirías cuando oyes esa voz inconfundible que te hace voltear sonriendo y estirarte para que tu papá te abrace...
Yo imagino que no hablarías mucho, seguirías observando el mundo, observando a todos, incluyendo a esta abuela, que no puede dejar de verte y se estremece de amor cada vez que sus ojos se encuentran con los tuyos...  

Nicolás el "mayor", va a cumplir 3 años, es mi persona favorita de todo el mundo y es un capítulo aparte.

Sebastian y Nicolás, mis nietos, apenas iniciando el camino.., mientras mi mamá, su bisabuela, recorre el último tramo del suyo.., en el interminable y conmovedor ciclo de la vida...





jueves, 8 de noviembre de 2018

DOBLE GOLPE: CUANDO LOS PADRES ENVEJECEN

Y ¡PARA ALLÁ VAMOS!


Así como para tener un hijo nadie te prepara y emprendes la aventura de ser padre o madre sin mayor conocimiento, ni siquiera una advertencia sobre algo de lo que te espera, –al contrario, generalmente lleno de ilusiones porque al fin vas a hacer realidad tu sueño desde que jugabas a la casita,– tampoco nos preparamos para enfrentar la tercera etapa de la vida. 


Y de pronto, ¡zas! tienes una credencial que te etiqueta como adulto mayor, todo mundo te dice señora y casi invariablemente eres la persona  de más edad  en donde sea que te encuentres: la oficina, el super mercado, el banco o una fiesta, ya no digamos si tomas cualquier curso o vuelves a estudiar en una escuela, por supuesto serás la mayor de la clase, incluyendo al profesor

  

Bueno, pues por más obvio que parezca, por más que haya yo soplado las 60 velitas de mi pastel de cumpleaños, no la vi venir, o no quise ver, punto, así de fácil.


¿Será que hasta que nuestros padres envejecen, encaramos por primera vez al paso implacable del tiempo? ¿Por primera vez nos vemos en el espejo de un posible futuro que nos muestra una imagen que quizá no esperábamos?

Y además de encarar el hecho de que nosotros mismos estamos en el último tercio de vida, –con más o con menos achaques correspondientes a la edad y quizá con alguna enfermedad– el golpe es doble porque al mismo tiempo  dejamos de ser hijos para convertirnos en cuidadores de nuestros padres...


Entonces empiezan a surgir fuertes sentimientos encontrados que te parten el corazón. 

  • La ternura infinita de ver el andar cansado e inseguro de nuestra mamá, su esfuerzo para levantarse y realizar las tareas más sencillas con sus manos torpes y su rostro angustiado porque todo se le olvida y ya no puede hacer nada ella sola.
  • La impotencia y la frustración ante las despiadadas limitaciones físicas y mentales que la aquejan.
  • El dolor cuando está ausente, cuando la flama de la lucidez ya no brilla como antes, se vuelve intermitente y parece extinguirse poco a poco...


Ante esta situación injusta, indigna, cruel, o como queramos llamarla, no hay manera de prepararse, te toma desprevenido y te sacude hasta lo hondo de la consciencia.

No hay mucho tiempo para asimilar el golpe, que nos cuestiona el propio sentido de vida, y así, sin más calificativos, hay que cambiar la mirada, buscarle sentido al contrasentido, elegir una actitud...  

Y después de todo confirmar que solo hay una respuesta, acompañar y dar todo el amor de que seamos capaces, eso es todo y eso hace la diferencia.



Algunos estarán pensando "mi mamá de 90 años está en excelente condición, se vale por si misma y disfruta muchas cosas".  

Enhorabuena hay muchos casos como ése, yo misma tengo una tía que a sus 95 años sigue cantando y bailando la vida. 





Sin embargo, con mi mamá es otra historia, que ya contaré.  

Mientras espero sus comentarios, críticas o sugerencias que serán muy apreciadas y de antemano, les agradezco.











EL SHOCK DE LA TERCERA EDAD

APRENDER A HACERSE VIEJO Cuando la gente empieza a hablarte de usted, te ofrece el asiento en una sala de espera o cargar tu bolsa del súper...